Las leguminosas son capaces de fijar el nitrógeno del aire ocluido en el suelo gracias a sus nódulos simbióticos, por lo que la aportación de este elemento no es prioritaria. El abonado debe orientarse principalmente al aporte de fósforo (que estimula el desarrollo del número de vainas y granos, además de favorecer el peso de los nódulos), siendo más efectiva esta aportación mediante fertilizantes que suministren el fósforo progresivamente.
En este tipo de cultivos es muy importante prestar atención a las posibles deficiencias de micronutrientes, en al Boro, cuya deficiencia provoca vainas poco llenas.
Los Superfosfatos de la GAMA FOSFATADOS cumplen adecuadamente el aporte progresivo del fósforo, y la GAMA NPK del resto de nutrientes.