Una de las principales preocupaciones de cualquier agricultor o profesional que se dedique al sector agrícola es encontrar la manera para que su cultivo sea lo más eficiente posible. Una eficiencia que viene determinada por la región, el suelo, el clima o simplemente el precio en el que se encuentra el producto en el mercado.
Esto, nos lleva a plantearnos una de las preguntas más importantes cuando queremos aumentar la eficiencia de nuestros cultivos: ¿Mejor en invernaderos o al aire libre?. Para responder a esta pregunta, te mostraremos algunas de las principales diferencias y aspectos a tener en cuenta si decidimos cultivar a campo cubierto.
¿Controlar el clima de cultivo?
Desde nuestros inicios, uno de los principales deseos de los seres humanos ha sido controlar el clima, ya que si lo lográbamos, podríamos controlar la agricultura, los cultivos, y por lo tanto, la alimentación. Las sequías y las abundantes lluvias han sido causa de numerosas pérdidas en cultivos que han supuesto grandes pérdidas económicas, e incluso de largas hambrunas a lo largo de nuestra historia.
Por ello, los invernaderos se convierten la solución perfecta si queremos crear las condiciones climáticas necesarias para un correcto crecimiento de determinados cultivos. No obstante, no podemos olvidar que se trata de un sistema costoso y que debemos calcular cuál va a ser el beneficio que obtengamos con dicha plantación. Sino lo hacemos podemos encontrarnos con situaciones en la que el coste de producción puede llegar a ser mayor que el de venta.
No podemos crear la lluvia, ni evitar las heladas o las altas temperaturas, pero en los invernaderos podemos disponer de efectivos sistemas de riego que pongan a disposición de la planta o el cultivo la cantidad de agua suficiente para un crecimiento óptimo. O contar con un efectivo sistema de climatización que proteja nuestros cultivos de las agresivas temperaturas. Evitando las agresiones externas y climáticas.
«Luz verde» en nuestro cultivo
Este gran control que podemos tener sobre nuestro cultivo, implica que no dejamos nada al azar. Por lo que estamos minimizando los riesgos de pérdida en nuestros cultivos. Al tener o desarrollar nuestro cultivo en invernaderos, estamos fomentando un crecimiento óptimo. Lo que se traduce en una mayor producción y una mayor calidad del producto final. Por lo que su precio también debe ser mayor.
Todo bien atado
El proceso de fertilización es una de las fases clave en el crecimiento de nuestros cultivos. Con los invernaderos logramos ejercer un mayor control en esta etapa tan importante. Podemos evitar el desperdicio de este producto que siempre debe estar a disposición de la planta.
Además también evitamos el desperdicio de agua, para ello, los invernaderos suelen contar con avanzados sistemas de riego que minimizan el gasto de agua y reparte equitativamente según las necesidades de cada cultivo.
Gracias a los invernaderos también podremos controlar determinadas plagas y enfermedades que afectarían gravemente a nuestro cultivo si estuviera al aire libre. No obstante, no debemos olvidar que los invernaderos no nos proporcionan ni a nosotros, ni a nuestro cultivo, una inmunidad total. Nuestro sistema fitosanitario debe ser muy efectivo para mantener a raya determinadas enfermedades que también pueden afectar a nuestras plantas en los invernaderos.
Proteger el cultivo es proteger al agricultor
Podríamos decir que los cultivos son casi una extensión del propio agricultor. Ya que éste le dedica un gran número de horas y cuidados para que la planta crezca de forma saludable. No olvidemos, que donde esté el cultivo, estará el agricultor. En ese sentido, trabajar dentro del invernadero, ofrece una mayor protección al agricultor ante determinadas situaciones climáticas menos adecuadas tales como las altas temperaturas.